lunes, 28 de octubre de 2013

De qué color es tu decisión?



 No necesitas otra cosa más que un color ideal, espléndido, para continuar el asentamiento de una postal. De arboles apedreados, con malignos gestos de helada polar, contágiame la energía esencial para estar donde quiero ir.

Que entren a mis orificios nasales las humedades de un aire verde de sierra cercana. Oscuridad  y soles penetrantes de alivio. Extendeme la mano para qué resuelva mi extraña maldad; mencionemos juntos las decisiones que tenemos que tomar en el silencio, en la comodidad de nuestro pasado irresuelto.

Yo te tiento, te escurro y acomodo. Hasta que aprenda las certezas de una charla vivaz, remiendo, y bebo el trago. Soplo pensando que el cigarrillo que me gustaría tener no es el que mata. Mientras tanto, resuelvo acertijos sistemáticos que me retribuyen dinero al mes.

Hoy me empeñé en caminar menos que el día anterior. Finalicé la jornada algo endeudado, como que me rendí a la tendencia. La gran decepción es el avance de agosto, la desesperación porque podría estar comenzando septiembre. Y después sabía lo que venia. La metáfora del fin del año, que en realidad era la idea absurda del acercamiento  a mi cumpleaños, el inicio brutal de alguna versión del verano eterno. Repetir los adjetivos sobre los veranos también era una manía. Intentar salvarlo, buscar aliviarlo, sentirse inundado de la humedad de aquel otro aire.


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